Ahora
Ahora
el mar no irrumpe en ella
ni
el oleaje vierte su fiereza.
Ahora
no se ensimisma
en
el abandono del sol
sobre
el manso gigante
que llamaba horizonte.
Ahora
su impulso es vertical
y
ansia el vértigo
en
el abismo en las huellas
de
antiguas y extrañas rocas.
El
verde y brumoso espíritu de un acantilado.
La
brecha que trona
como un rayo que trazó su estela.
Ahora
asciende como el impulso
de
las olas quebradas, en el manto nocturno
a
través de atardeceres anaranjados
extasiados
cielos que confunden sus azules,
la
bruma de las tardes tranquilas,
ahora
acaricia el musgo como espuma,
acaricia
ese beso impronunciable,
y
parece levitar entre las hojas rendidas.
Ahora
es ola de calor enardecida
que desciende
por escalonados abismos
en
pequeñas brechas que la hacen tocar
el mismísimo centro de la tierra.
Ahora
el mar habita en ella.
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